Cuando se calmaron, Natalia les contó que, cuando entró dio ese grito porque había una roca en forma de araña gigante que la daba mucho miedo.
También les contó que el oso era bueno, y… mágico. Y le había quitado las algas para que pudiese ver mejor.
Todos, incluido el oso, fueron a comer al lago de agua cristalina, y, ya de paso, a bañarse y a visitar la casa del oso.
Y colorín, colorado, esta historia ha terminado.
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